Inmortalizar el recuerdo con una
placa o un cartel es la mejor manera que una Ciudad tiene para mantener
presente la historia. Bautizar lo nuevo a partir del nombre de una persona, un
edificio o un suceso del pasado permite popularizar a los íconos locales,
nacionales o mundiales y, de este modo, mantener el homenaje en el tiempo.
Gracias a la identificación de su
nombre con tal o cual lugar, la historia tiene un lugar eterno en el presente,
aunque en la mayoría de los casos no sepamos a que o quien hace referencia esos
caminos o espacios que todos los días transitamos.
Buenos Aires prácticamente
recuerda a “todo y a todos” en las denominaciones de sus calles, esas que
diariamente colapsan, resultado de la invasión creciente de miles de autos, y
que convierten al colectivo, a pesar de su tradición y rica historia, en una
opción a la cual desechar, si es posible. (¡Ni que hablar de los taxis, cada
vez más caros!)
Entonces allí sobresalen entre la
multitud, mayormente en las esquinas, esas escaleras que se sumergen bajo
tierra. Algunas todavía adornadas con la vieja estructura de hierro y los
pasamanos de madera. La mayoría cuenta en su ingreso con el gigante mapa
actualizado, y los carteles luminosos que indican el funcionamiento de las
primeras cinco letras del abecedario y la “colada” (La H)
El mundo subterráneo también sabe
de homenajes, aunque la mayoría de las estaciones de toda la red simplemente,
para facilitar su ubicación, repiten el nombre de la calle, plaza o
edificio que se encuentra en la superficie.
Olvidemos por un rato el calor,
la falta de ventilación, y los andenes repletos – las horas “no pico” parecen
una utopía del pasado - y viajemos en el transporte que nos ofrece la rapidez
sin barreras ni semáforos.
Red de subte porteño con las extensiones finalizadas. Aclaración: A la Línea H en esta imagen falta sumarle las estaciones Facultad de Derecho, Padre Mugica y Terminal Omnibus. |
Es verdad: La cuenta pendiente,
además de las mejoras de infraestructuras, es conseguir que la red alcance a
más barrios, dado que muchos sectores de la Ciudad no cuentan con estaciones cerca (la zona
sur, sureste y oeste más que nada)…Pero eso es tema para otro debate.
Ahora viajemos por esos túneles
que tienen mucho que contarnos. En estas publicaciones, nos centraremos en
conocer el homenaje subterráneo que mantiene eternamente presente a la
historia. El primer viaje, como corresponde, es en la LÍNEA “A”.
Un poco de historia
Pioneros en Latinoamérica, la Ciudad de Buenos Aires
celebró la inauguración de su primera línea, la “A”, hace exactamente 100 años.
El 1º de Diciembre de 1913 fue abierto al público el tramo Plaza de Mayo –
Plaza Miserere, el cual actualmente es patrimonio histórico nacional.
Argentina fue el 13º país en
sumarse a la nueva red subterránea en el mundo. Las primeras 12 ciudades, en
orden, fueron Londres (Inglaterra), Atenas (Grecia), Estambul (Turquía), Viena
(Austria), Budapest (Hungría), Glasgow (Escocia), París (Francia), Boston
(Estados Unidos), Berlín (Alemania), New York y Filadelfia (Estados Unidos) y
Hamburgo (Alemania)
Posteriormente la línea se
extendería hasta Río de Janeiro y luego Primera Junta, en Caballito. Actualmente
llega hasta el barrio de Flores, completando de este modo un recorrido de 10,5 kilómetros ,
con 18 estaciones. Como dato de color, la línea “A” obtuvo esa denominación
recién en 1939, cuando ya existían la B, C y D.
El tramo entonces recorre los
barrios de Montserrat, Balvanera, Almagro, Caballito y Flores.
El tributo de la línea celeste
Una por una, estas son las
estaciones, la razón y origen de su denominación.
Plaza de Mayo
Ubicada en el centro histórico de
la Ciudad , se
encuentra debajo de la intersección de Hipólito Yrigoyen y Defensa, en el barrio
de Montserrat. Lógicamente, recibe el mismo nombre de la plaza que se encuentra
en la superficie, ícono de la movida política y social del país, en la zona
donde “comenzó todo”, hace más de 200 años.
Entre tantos otros sucesos, esta
estación fue víctima de una bomba en pleno discurso de Juan Domingo Perón ante
la CGT, en 1953.
Perú
En homenaje al país hermano del
Perú, esta estación se construyó debajo del cruce de la calle homónima con la
histórica Avenida de Mayo, en Montserrat. Tiene pasillos que la conectan con
las estaciones Catedral (Línea D) y Bolívar (Línea E)
Justamente la combinación con la
D está decorada con un bello mural que recuerda a uno de los personajes más
famosos y queridos de la historieta nacional: “El Mundo según Mafalda”.
Piedras
Esta estación (Debajo del cruce
de Piedras y Avenida de Mayo), recuerda al Combate de las Piedras, una batalla
que enfrentó en 1812 a
las tropas de la Provincias Unidas del Río de La Plata, comandadas por Manuel Belgrano,
contra los realistas.
El río de las Piedras se
encuentra en la Provincia de Salta, y allí Belgrano derrotó a las fuerzas
españolas, triunfo de los importantes en medio del proceso independentista.
Como dato de color, el mayor
general que los enfrentó (A los españoles), como responsable de la retaguardia
de las tropas de Belgrano, era Eustoquio Díaz Velez (1782 – 1856), quien hoy es
recordado en una avenida que recorre los barrios de Caballito y Almagro.
Lima
Ubicada debajo de la intersección
de la Avenida
de Mayo y Lima, el nombre es otro homenaje al pueblo hermano de Perú, dado que
Lima es su capital.
Si bajas de una formación en esta
estación, se puede hacer combinación con la línea C (Avenida de Mayo)
Saenz Peña
La última del tramo que se
encuentra bajo la Avenida
de Mayo, Saenz Peña homenajea a quien fuera Presidente de la República entre 1892 y
1895, Luis Saenz Peña.
A menudo se lo suele confundir
con la calle Roque Saenz Peña, que homenajea a su hijo, quien ocuparía el Poder
Ejecutivo entre 1910 y 1914.
La primera estación que recibe su
nombre a partir de un edificio, El Congreso Nacional. Está ubicada debajo de la
Avenida Rivadavia, ya dentro de Balvanera, en el cruce con las avenidas Callao
y Entre Ríos (Cambian la denominación al cruzar Rivadavia)
Pasco (sur) y Alberti (Norte)
El caso de estas dos estaciones
es único en toda la red de la Ciudad. Cuando fueron ambas construidas, los
constructores se avivaron que ambas estaban muy cerca (200 metros ), y que no
valía la pena que una formación de trenes se detuviera dos veces en tan corto
espacio. Es por eso que se decidió “cortar” ambas estaciones:
Por un lado, se dejó Pasco Sur
(En el sentido que va hacia Plaza de Mayo) y se clausuró el andén de enfrente
en 1951.
Lo mismo pasó con Alberti, aunque
en este caso se mantuvo la norte (Que viaja en dirección a San Pedrito) y se
clausuró el otro anden.
Si se presta atención, cuando
pasa el subte por ese sector de los túneles se puede ver los andenes
clausurados y el borde que sobresale hasta centímetros por arriba de las vías.
Ciertamente un pequeño “tesoro escondido”, el cual alimenta a mitos urbanos
sobre apariciones, dándole un aspecto “tétrico” a esta parte del recorrido.
Allí se puede ver el anden clausurado de una de las "estaciones fantasmas", como se las conoce |
En cuanto a sus denominaciones
(Ambas repiten el nombre de las calles que cruzan la avenida en la superficie),
Pasco recuerda a la batalla de
Pasco, librada el 6 de diciembre de 1820, entre las fuerzas libertadoras del
Perú y los realistas, quienes fueron vencidos. Cerro Pasco es actualmente una
localidad peruana.
Alberti recuerda al sacerdote Manuel
Alberti (1763 – 1811), protagonista de la revolución de Mayo, al integrar
como vocal la Primera
Junta.
Plaza Miserere
Puntos de gran tránsito si los
hay, la estación debajo de Plaza Miserere (Popularmente conocida como “Plaza
Once”), en Balvanera, es un punto de trasbordo fundamental en todo el
recorrido, dada la gran cantidad de gente que sube o baja. Varias líneas de
colectivos, además de la combinación con la estación Once de la Línea H y el
Ferrocarril Sarmiento, completan el panorama. La estación fue cabecera hasta el
año siguiente a la inauguración.
La denominación tiene su origen
en Antonio González Varela, primitivo vecino de la zona, apodado “miserere” por
su misericordia. Esta plaza de la
Ciudad tiene mucha historia detrás: Desde escenario de
combate en ambas invasiones inglesas (1806 y 1807), fue inicialmente una
quinta, sede de un mercado/matadero, hasta su diseño actual, que data de 1923.
En esta plaza descansa, en contra
de su voluntad, Bernardino Rivadavia.
Loria
Ubicada ya dentro de los límites
de Almagro, esta estación recuerda a Mariano Sánchez de Loria, el sacerdote que
representó como diputado a Charcas (Actual parte de Bolivia) en el Congreso de
Tucumán, cuando se declararía la independencia el 9 de Julio de 1816.
Castro Barros
Otro de los diputados del Congreso
de 1816 es homenajeado en la línea ‘A’. El sacerdote Pedro Ignacio Castro
Barros representó a la Rioja en la firma del acta de la independencia.
Río de Janeiro
La calle cuya denominación se
repite en esta estación, y que sencillamente tributa a la que fuera Capital del
país vecino de Brasil (Desde la independencia de 1822 hasta 1960) constituye
uno de los límites entre Caballito y Almagro.
Acoyte
Otra de las estaciones que
conecta con uno de los cruces más transitados de la Ciudad: La avenida homónima
(Continuada por Moreno) y Avenida Rivadavia.
El nombre proviene de otro
combate, el de Acoyte, ocurrido el 11 de Febrero de 1818, entre las fuerzas
gauchas del salteño Martín Miguel de Güemes (Estandarte de la defensa nacional
en el norte durante la independencia) y los realistas. Acoyte es un pequeño
pueblo de Salta.
Primera Junta
Siendo hasta el 2008 una de las
cabeceras, Primera Junta no repite el nombre de su calle (Esta en la
intersección de Avenida Rivadavia y Del Barco Centenera), sino que recuerda al
primer Gobierno Patrio formado tras la Revolución de Mayo de 1810.
Originalmente fue bautizada como
estación Caballito. Hoy en día, esa denominación le corresponde a la estación
del Ferrocarril Sarmiento que se encuentra a metros de la boca del subte.
Puán
El origen de este nombre puede
encontrarse en la lengua mapuche, que identifica a “Pu” como “pluralidad”, y
“Am”, como “alma de los muertos”.
Carabobo
Más allá de lo singular del
nombre, se recuerda a la batalla en el campo de Carabobo, que acercó a Simón
Bolívar a su objetivo de independizar a Venezuela, el 24 de Junio de 1821.
San José de Flores
Una de las dos últimas estaciones
inauguradas llega hasta la Plaza Pueyrredón (Popularmente conocida como Plaza
Flores), frente a la cual se encuentra la basílica de San José de Flores,
edificación que data de 1879 y que le provee el nombre a la estación.
También recuerda a la vieja
denominación que recibía el pueblo de Flores, antes de 1888, año en que fue
integrada a la Ciudad, cuando se instituyó su federalización.
El partido rural de San José de
Flores era donde los pudientes hacendados construían sus quintas, alejadas de
la Ciudad en ese momento.
San Pedrito
La actual cabecera de la Línea A
obtuvo su nombre a partir de la calle homónima, que en la superficie se cruza
con la Avenida Rivadavia (Del otro lado es Avenida Nazca).
San Pedrito fue uno de los
apóstoles más reconocidos y fieles a Jesús de Nazaret, siendo identificado por
la Iglesia Católica como el primer Papa.
Llegamos al final del recorrido.
Ahora, podes volver y ya conocer de donde provienen cada uno de los nombres,
esos que vemos figurar en la señalización de los túneles o las mismas
formaciones de la renovada línea A. Para la próxima, nos transportaremos en la
segunda parte de nuestro recorrido. Mientras tanto, viaja tranquilo. O al menos
intentalo.