16 de enero de 2014

Historias subterráneas: Cada andén, un homenaje (Parte 1)

Diego Adrián Fernandez - 16 de enero de 2014

Inmortalizar el recuerdo con una placa o un cartel es la mejor manera que una Ciudad tiene para mantener presente la historia. Bautizar lo nuevo a partir del nombre de una persona, un edificio o un suceso del pasado permite popularizar a los íconos locales, nacionales o mundiales y, de este modo, mantener el homenaje en el tiempo.


Gracias a la identificación de su nombre con tal o cual lugar, la historia tiene un lugar eterno en el presente, aunque en la mayoría de los casos no sepamos a que o quien hace referencia esos caminos o espacios que todos los días transitamos.

Buenos Aires prácticamente recuerda a “todo y a todos” en las denominaciones de sus calles, esas que diariamente colapsan, resultado de la invasión creciente de miles de autos, y que convierten al colectivo, a pesar de su tradición y rica historia, en una opción a la cual desechar, si es posible. (¡Ni que hablar de los taxis, cada vez más caros!)


Entonces allí sobresalen entre la multitud, mayormente en las esquinas, esas escaleras que se sumergen bajo tierra. Algunas todavía adornadas con la vieja estructura de hierro y los pasamanos de madera. La mayoría cuenta en su ingreso con el gigante mapa actualizado, y los carteles luminosos que indican el funcionamiento de las primeras cinco letras del abecedario y la “colada” (La H)

El mundo subterráneo también sabe de homenajes, aunque la mayoría de las estaciones de toda la red simplemente, para facilitar su ubicación, repiten el nombre de la calle, plaza o edificio  que se encuentra en la superficie.
Olvidemos por un rato el calor, la falta de ventilación, y los andenes repletos – las horas “no pico” parecen una utopía del pasado - y viajemos en el transporte que nos ofrece la rapidez sin barreras ni semáforos.
Red de subte porteño con las extensiones finalizadas. Aclaración: A la Línea H en esta imagen falta sumarle las estaciones Facultad de Derecho, Padre Mugica y Terminal Omnibus.

Es verdad: La cuenta pendiente, además de las mejoras de infraestructuras, es conseguir que la red alcance a más barrios, dado que muchos sectores de la Ciudad no cuentan con estaciones cerca (la zona sur, sureste y oeste más que nada)…Pero eso es tema para otro debate.

Ahora viajemos por esos túneles que tienen mucho que contarnos. En estas publicaciones, nos centraremos en conocer el homenaje subterráneo que mantiene eternamente presente a la historia. El primer viaje, como corresponde, es en la LÍNEA “A”.

Un poco de historia

Pioneros en Latinoamérica, la Ciudad de Buenos Aires celebró la inauguración de su primera línea, la “A”, hace exactamente 100 años. El 1º de Diciembre de 1913 fue abierto al público el tramo Plaza de Mayo – Plaza Miserere, el cual actualmente es patrimonio histórico nacional.

Argentina fue el 13º país en sumarse a la nueva red subterránea en el mundo. Las primeras 12 ciudades, en orden, fueron Londres (Inglaterra), Atenas (Grecia), Estambul (Turquía), Viena (Austria), Budapest (Hungría), Glasgow (Escocia), París (Francia), Boston (Estados Unidos), Berlín (Alemania), New York y Filadelfia (Estados Unidos) y Hamburgo (Alemania)

Posteriormente la línea se extendería hasta Río de Janeiro y luego Primera Junta, en Caballito. Actualmente llega hasta el barrio de Flores, completando de este modo un recorrido de 10,5 kilómetros, con 18 estaciones. Como dato de color, la línea “A” obtuvo esa denominación recién en 1939, cuando ya existían la B, C y D.

El tramo entonces recorre los barrios de Montserrat, Balvanera, Almagro, Caballito y Flores.

El tributo de la línea celeste

Una por una, estas son las estaciones, la razón y origen de su denominación.

Plaza de Mayo

Ubicada en el centro histórico de la Ciudad, se encuentra debajo de la intersección de Hipólito Yrigoyen y Defensa, en el barrio de Montserrat. Lógicamente, recibe el mismo nombre de la plaza que se encuentra en la superficie, ícono de la movida política y social del país, en la zona donde “comenzó todo”, hace más de 200 años.

Entre tantos otros sucesos, esta estación fue víctima de una bomba en pleno discurso de Juan Domingo Perón ante la CGT, en 1953.


Perú

En homenaje al país hermano del Perú, esta estación se construyó debajo del cruce de la calle homónima con la histórica Avenida de Mayo, en Montserrat. Tiene pasillos que la conectan con las estaciones Catedral (Línea D) y Bolívar (Línea E)

Justamente la combinación con la D está decorada con un bello mural que recuerda a uno de los personajes más famosos y queridos de la historieta nacional: “El Mundo según Mafalda”.

Piedras

Esta estación (Debajo del cruce de Piedras y Avenida de Mayo), recuerda al Combate de las Piedras, una batalla que enfrentó en 1812 a las tropas de la Provincias Unidas del Río de La Plata, comandadas por Manuel Belgrano, contra los realistas.

El río de las Piedras se encuentra en la Provincia de Salta, y allí Belgrano derrotó a las fuerzas españolas, triunfo de los importantes en medio del proceso independentista.

Como dato de color, el mayor general que los enfrentó (A los españoles), como responsable de la retaguardia de las tropas de Belgrano, era Eustoquio Díaz Velez (1782 – 1856), quien hoy es recordado en una avenida que recorre los barrios de Caballito y Almagro.

Lima

Ubicada debajo de la intersección de la Avenida de Mayo y Lima, el nombre es otro homenaje al pueblo hermano de Perú, dado que Lima es su capital.

Si bajas de una formación en esta estación, se puede hacer combinación con la línea C (Avenida de Mayo)

Saenz Peña

La última del tramo que se encuentra bajo la Avenida de Mayo, Saenz Peña homenajea a quien fuera Presidente de la República entre 1892 y 1895, Luis Saenz Peña.

A menudo se lo suele confundir con la calle Roque Saenz Peña, que homenajea a su hijo, quien ocuparía el Poder Ejecutivo entre 1910 y 1914.

Congreso

La primera estación que recibe su nombre a partir de un edificio, El Congreso Nacional. Está ubicada debajo de la Avenida Rivadavia, ya dentro de Balvanera, en el cruce con las avenidas Callao y Entre Ríos (Cambian la denominación al cruzar Rivadavia)



Pasco (sur) y Alberti (Norte)

El caso de estas dos estaciones es único en toda la red de la Ciudad. Cuando fueron ambas construidas, los constructores se avivaron que ambas estaban muy cerca (200 metros), y que no valía la pena que una formación de trenes se detuviera dos veces en tan corto espacio. Es por eso que se decidió “cortar” ambas estaciones:

Por un lado, se dejó Pasco Sur (En el sentido que va hacia Plaza de Mayo) y se clausuró el andén de enfrente en 1951.
Lo mismo pasó con Alberti, aunque en este caso se mantuvo la norte (Que viaja en dirección a San Pedrito) y se clausuró el otro anden.

Si se presta atención, cuando pasa el subte por ese sector de los túneles se puede ver los andenes clausurados y el borde que sobresale hasta centímetros por arriba de las vías. Ciertamente un pequeño “tesoro escondido”, el cual alimenta a mitos urbanos sobre apariciones, dándole un aspecto “tétrico” a esta parte del recorrido.
Allí se puede ver el anden clausurado de una de las "estaciones fantasmas", como se las conoce

En cuanto a sus denominaciones (Ambas repiten el nombre de las calles que cruzan la avenida en la superficie), Pasco recuerda a la batalla de Pasco, librada el 6 de diciembre de 1820, entre las fuerzas libertadoras del Perú y los realistas, quienes fueron vencidos. Cerro Pasco es actualmente una localidad peruana.

Alberti recuerda al sacerdote Manuel Alberti (1763 – 1811), protagonista de la revolución de Mayo, al integrar como vocal la Primera Junta.

Plaza Miserere

Puntos de gran tránsito si los hay, la estación debajo de Plaza Miserere (Popularmente conocida como “Plaza Once”), en Balvanera, es un punto de trasbordo fundamental en todo el recorrido, dada la gran cantidad de gente que sube o baja. Varias líneas de colectivos, además de la combinación con la estación Once de la Línea H y el Ferrocarril Sarmiento, completan el panorama. La estación fue cabecera hasta el año siguiente a la inauguración.

La denominación tiene su origen en Antonio González Varela, primitivo vecino de la zona, apodado “miserere” por su misericordia. Esta plaza de la Ciudad tiene mucha historia detrás: Desde escenario de combate en ambas invasiones inglesas (1806 y 1807), fue inicialmente una quinta, sede de un mercado/matadero, hasta su diseño actual, que data de 1923.

En esta plaza descansa, en contra de su voluntad, Bernardino Rivadavia.

Loria

Ubicada ya dentro de los límites de Almagro, esta estación recuerda a Mariano Sánchez de Loria, el sacerdote que representó como diputado a Charcas (Actual parte de Bolivia) en el Congreso de Tucumán, cuando se declararía la independencia el 9 de Julio de 1816.

Castro Barros

Otro de los diputados del Congreso de 1816 es homenajeado en la línea ‘A’. El sacerdote Pedro Ignacio Castro Barros representó a la Rioja en la firma del acta de la independencia.

Río de Janeiro

La calle cuya denominación se repite en esta estación, y que sencillamente tributa a la que fuera Capital del país vecino de Brasil (Desde la independencia de 1822 hasta 1960) constituye uno de los límites entre Caballito y Almagro.

Acoyte

Otra de las estaciones que conecta con uno de los cruces más transitados de la Ciudad: La avenida homónima (Continuada por Moreno) y Avenida Rivadavia.

El nombre proviene de otro combate, el de Acoyte, ocurrido el 11 de Febrero de 1818, entre las fuerzas gauchas del salteño Martín Miguel de Güemes (Estandarte de la defensa nacional en el norte durante la independencia) y los realistas. Acoyte es un pequeño pueblo de Salta.

Primera Junta

Siendo hasta el 2008 una de las cabeceras, Primera Junta no repite el nombre de su calle (Esta en la intersección de Avenida Rivadavia y Del Barco Centenera), sino que recuerda al primer Gobierno Patrio formado tras la Revolución de Mayo de 1810.

Originalmente fue bautizada como estación Caballito. Hoy en día, esa denominación le corresponde a la estación del Ferrocarril Sarmiento que se encuentra a metros de la boca del subte.

Puán

El origen de este nombre puede encontrarse en la lengua mapuche, que identifica a “Pu” como “pluralidad”, y “Am”, como “alma de los muertos”.

Carabobo

Más allá de lo singular del nombre, se recuerda a la batalla en el campo de Carabobo, que acercó a Simón Bolívar a su objetivo de independizar a Venezuela, el 24 de Junio de 1821.

San José de Flores

Una de las dos últimas estaciones inauguradas llega hasta la Plaza Pueyrredón (Popularmente conocida como Plaza Flores), frente a la cual se encuentra la basílica de San José de Flores, edificación que data de 1879 y que le provee el nombre a la estación.

También recuerda a la vieja denominación que recibía el pueblo de Flores, antes de 1888, año en que fue integrada a la Ciudad, cuando se instituyó su federalización.
El partido rural de San José de Flores era donde los pudientes hacendados construían sus quintas, alejadas de la Ciudad en ese momento.

San Pedrito

La actual cabecera de la Línea A obtuvo su nombre a partir de la calle homónima, que en la superficie se cruza con la Avenida Rivadavia (Del otro lado es Avenida Nazca).

San Pedrito fue uno de los apóstoles más reconocidos y fieles a Jesús de Nazaret, siendo identificado por la Iglesia Católica como el primer Papa.



Llegamos al final del recorrido. Ahora, podes volver y ya conocer de donde provienen cada uno de los nombres, esos que vemos figurar en la señalización de los túneles o las mismas formaciones de la renovada línea A. Para la próxima, nos transportaremos en la segunda parte de nuestro recorrido. Mientras tanto, viaja tranquilo. O al menos intentalo.