Nota: Pablo Müller
En la Ciudad se distinguen escuelas especializadas que enseñan a turistas las expresiones de
la calle, malas palabras y el lunfardo básico porteño.
"No se enoja, se calienta. No se burla, te
bardea. Así es el argentino", se puede leer en los escalones de mármol
blanco cuando uno ingresa a 'Vos, Club
Cultural de Español', una escuela de Buenos Aires que decidió apostar
por una propuesta diferente: hacer del chamuyo el sello distintivo del porteño.
El lunfardo es una jerga originada
y desarrollada en la Ciudad
de Buenos Aires, capital de la República
Argentina, y su conurbano, y de
allí extendida en no muchos años a otras ciudades cercanas. El principal
recurso del lunfardo consiste en emplear palabras desplazadas semánticamente de
lo que significan en español. La connotación se inspira en una relación, que
puede ser física o espiritual, por lo que muchas veces puede ser deducida del
contexto, aunque no se observe unanimidad en su utilización por parte de todos
los hablantes. Toda connotación produce a la vez una metáfora.
"Muchos podrían pensar que les enseñamos a los extranjeros cómo
hacer para levantarse a una mina, pero no es así, el chamuyo se trata de
charlar. Desde un comienzo lo que buscamos fue vender lo que somos los
argentinos, dar a entender nuestra idiosincrasia a través de la lengua y la
cultura", dice Magdalena Cambiasso, directora de la institución.
En la escuela, que es miembro de la Asociación de Centros
de Idiomas (SEA), se dictan clases regulares, intensivas y privadas de español,
y se prepara a los alumnos para rendir diversos exámenes que certifican su
conocimiento de la lengua. También hay clases especiales para periodistas,
familias extranjeras que deben mudarse al país, y para quienes desean aprender
lenguaje específico de medicina o alguna otra profesión. Pero en todas ellas se
enseña lunfardo y expresiones que son parte del lenguaje cotidiano de los
porteños: "tomarse un bondi", "andar a pata", "ser un
ñoqui", "tirarse a dormir la siesta", "morfar".
Además, la escuela cuenta con un curso
especialmente dedicado al chamuyo, donde un grupo reducido, de no más de siete
u ocho personas, de las más diversas edades y nacionalidades, "se
juntan todos los miércoles a parlotear". En general, son alumnos
extranjeros que ya tienen la lengua incorporada, pero les divierte aprender
sobre la cultura argentina. La mayoría está de paso y no piensa quedarse a
vivir en Buenos Aires. Los temas que se conversan varían todas las
semanas, y van desde el sexo hasta la educación y el trabajo.
Otros de los atractivos de la academia son las clases grupales de tango,
en donde se baila y se aprende lenguaje específico sobre él; los días de cine,
cuando se pasan películas en español y se trabaja sobre ellas, y los distintos
paseos por la ciudad que dan los estudiantes para sumar "lenguaje
callejero" e interactuar con los porteños.
Algunas de las expresiones más comunes y
sus orígenes, que identifican a los porteños son:
- Cana: cárcel. Proviene de canne: Bastón,
por el bastón de los policías, era también el término utilizado por los
rufianes franceses para nombrar al policía, pasó luego a ser cana como
sinónimo de autoridad y, más tarde, cárcel.
- Reculié: ida hacía atrás. De reculé:
reculada.
- A la marchanta: como venga, sin planes ni
preparaciones, al azar.
- A la bartola: sin esmero, como salga.
- Al voleo: sin rumbo fijo, elección sin
selección detenida, indiscriminada.
- A la romana (derivado del equilibrio
señalado por el "fiel" -aguja- de la libra o balanza
romana) : por partes iguales.
- A la guarda: al por mayor, en gran escala.
- Al divino botón: sin motivo.
- Al cuete (cohete): de balde, inútilmente.
- A los ponchazos: en forma desordenada.
- Al contado rabioso: en efectivo.
- A la violeta: desocupado.
- Al bardo: inútilmente, sin orden, sin razón.
- De cotelete (observar como al mirar disimuladamente
de costado, es decir no de frente no dando explícitamente la expresión ).
Procedentes del portugués.
- Tamango: zapato. Viene de tamanco, que
tiene el mismo significado.
- Vichar: mirar de soslayo, espiar.
De vigilar: Vigilar.
Procedentes del inglés.
Jai, jaife, jalaife: persona elegante, adinerada. Proviene de high life (alto nivel de vida).
Sharap: cállate.
De shut up.
Bichicome: vagabundo. De beach-comber (el que recoge su alimento en la playa).
Procedentes del quechua: Pucho: resto de algo, colilla de cigarrillo. De puchu: lo que sobra.