De espíritu responsable, esencia higiénica pero de muy complicada aplicación, el diputado por el PRO Sergio Bergman presentó un proyecto de ley que iniciará el debate en la Legislatura Porteña en torno a la posibilidad de multar con hasta 3 mil pesos o condena a trabajo público a los peatones que arrojen residuos o desperdicios en las calles y no dentro de los cestos de basura, con el fin de mantener limpia la vía pública.
La iniciativa del legislador Bergman, sostiene que el objeto es “la promoción de la limpieza de la vía pública” y obliga a su cumplimiento a “todas aquellas personas que circulen por la Ciudad, sean habitantes permanentes o visitantes”.
El proyecto establece que la prohibición regirá en “las calles, veredas, plazas, caminos, jardines, zonas verdes, puentes, zonas peatonales y demás bienes de titularidad pública de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, destinados al uso común general de los ciudadanos”.
Las penas propuestas para los infractores van de sanciones económicas de entre 200 y 3 mil pesos o condenas de uno a 15 días de trabajos de utilidad pública.
Sin lugar a dudas este proyecto representa una línea de pensamiento "verde y ecológica" que debería constituir el eje de las políticas públicas a nivel ciudadano y, en especial, educativo. Aún siendo la propuesta interesante, su aplicación es altamente complicada. Tal vez la mejor primer opción es comenzar por los barrios "más sucios", auditoria callejera de por medio para armar una especie de "ranking sucio".
La otra pata esencial para el cuidado efectivos de las calles, caminos y plazas porteñas debe provenir de los propios vecinos. Es un tema cultural-educativo que tardaría años en verse reflejado en una modificación 180º de comportamiento y actitud general que los porteños - y no porteños - tienen con respecto a la limpieza e higiene de nuestros espacios.
Por lo pronto, la norma prohíbe arrojar “a la vía pública o fuera de los recipientes para el depósito de residuos restos o desperdicios en general” como “papel, envoltorios, colillas, restos de comida, botellas, cáscaras, paquetes de comida y similares”.
También menciona conductas como “arrojar desde balcones y terrazas cualquier clase de residuos, restos del arreglo de macetas o similares, así como cualquier otro objeto que pudieran causar daños o molestias a personas, animales o cosas".
El debate se puede - Y DEBE - iniciar lo antes posible. El desinterés general por el cuidado del medio ambiente es imperioso que se convierta a un compromiso general de todos. Naturalmente, no se puede esperar que seamos perfectos ciudadanos y que nadie tire ni deje de tirar papeles. Pero la conducta unificada, nutrida de las sanciones correspondientes, nos darían la esperanza de ver una Ciudad mas limpia de aca a unos años.
Lo esencial es no retrarsarlo más.