Buenos Aires se pone de pie durante febrero, para moverse al ritmo del corso, que invadirá las calles con sus contagiosos ritmos y sus atrapantes y alocados pasos de baile. Todos los vecinos están invitados a sumarse a la movida murguera, y mover el esqueleto, como sucede cada año.
37 corsos, compuestos por 112 murgas, le darán vida a los barrios porteños en esta edición 2014, la cual tendrá lugar los días Sábados 1, 8, 15 y 22 de 19 a 2 hs. y los Domingos 2, 9, 16, 23 en el horario de 19 a 24 hs. Los mismos horarios se repiten para el Sábado 1 y domingo 2 de marzo.
Patrimonio de la Ciudad desde 1997, la murga es una vieja tradición porteña que mantiene su esencia, como un movimiento cultural de alto impacto, y sin distinción de orígenes ni edades. Desde los más pequeños hasta los más grandes tienen lugar en este mágico mundo, donde los valores de amistad, compañerismo y camaradería son los estandartes sobre los cuales se construye su identidad.
Desde el primer corso, en 1869, y resistiendo las épocas de mayor restricción y censura gubernamental - tal y como sucedió con la última dictadura militar de 1976 -, las murgas requieren un gran compromiso de todos sus integrantes, tanto en la organización de todo el grupo, creación de las coreografías, hasta la gestión por mantener relucientes sus coloridos uniformes, lo cual, de por sí, no es sencillo. Todo un laburo.
Este año no solamente habrá murga: En los diferentes corsos se podrán disfrutar espectáculos musicales de varios géneros como Tango, Folclore, Cumbia, Salsa, etc. Asímismo se realizaran sorteos para todos los asistentes, premios que otorgan las Asociaciones Civiles responsables en cada barrio.
¡Y preparate para esquivar el agua y la espuma que volará de lado a lado!
Para aquellos que quieran esquivar el diverto barullo que se armará esos fines de semana, estén atentos al mapa para identificar los cortes en cada uno de los siguientes barrios: Abasto, Almagro, Bajo Flores, Bajo Núñez, Balvanera, Barracas, Boedo, Coghlan, Colegiales, Flores, Liniers, Lugano, Mataderos, Montserrat, Palermo, Paternal, Piedrabuena, Pompeya, Pque. Avellaneda, Saavedra, San Telmo, Villa Crespo, Villa Pueyrredon, Villa Urquiza.
MIRA EL MAPA CON LAS FECHAS Y LOS CORTES EN CADA BARRIO
La Avenida
de Mayo albergó al corso oficial de la ciudad que se extendía por varias
cuadras. Los bailes de carnaval fueron la base de lanzamiento del tango. Los
grandes clubes deportivos congregaban a famosas orquestas de tango, entre
ellas, la de Francisco Canaro y Di Sarli. En la década del 30, las agrupaciones
de carnaval de los barrios, pasaron a tener nombres paródicos, acompañados del
nombre del barrio de origen: Los Eléctricos de Villa Devoto; Los Averiados de
Palermo; Los Criticones de Villa Urquiza; Los Pegotes de Florida y Los Curdelas
de Saavedra, son algunas murgas legendarias de aquella época.
Un poco de historia
(Aporte de Santiago Arguto)
En el Río de la Plata , alrededor de 1600,
los esclavos negros se congregaban junto a sus amos para este celebrar este
festejo. Durante la colonia, los carnavales porteños, llegaron a ser famosos, e
incluso fueron motivo de escándalo, como el “fandango” que se bailaba en la Casa de Comedias. La
costumbre que caracterizó al carnaval porteño fue la de arrojarse agua, que por
momentos fue prohibida por distintos virreyes durante la época del virreinato.
Las celebraciones se prohibieron en la
época de Rosas, pero se reanudaron recién en 1854. Pero el carnaval volvió más
reglamentado que antes, se realizaban bailes públicos en distintos lugares de
la ciudad, previo permiso policial. Por esos años, en el barrio de Montserrat
surgieron las primeras comparsas, éstas organizaban los desfiles y usaban un
repertorio previamente ensayado, como en los candombes. A través de las
comparsas se emitían toda clase de críticas de las que, ni siquiera los más
altos funcionarios de la administración, quedaban exentos.
Los carnavales porteños más brillantes
se vivieron durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento. El
mandatario, era un gran adepto al carnaval y no le molestaba si le arrojaban
agua cuando era presidente.
En 1869 se realizó el primer corso en la
calle de la Victoria
(hoy Hipólito Yrigoyen). Tenía 5 cuadras: llegaba hasta la plaza de Loria.
Al despuntar el siglo XX, cada barrio
tenía su murga. Eran organizados por vecinos y comerciantes y se llevaban a
cabo por agrupaciones de jóvenes artistas que, junto con los músicos y las
mascaritas, animaban la jornada. Las plazas y las fachadas de los edificios se
adornaban con guirnaldas, banderines y lamparitas de colores.
La última dictadura militar en 1976, a través del decreto
21.329, firmado por Jorge Rafael Videla, derogó el artículo primero del decreto
ley por el cual el lunes y martes de Carnaval eran feriados nacionales. Pero en
1983, con el retorno de la democracia, las calles de Buenos Aires, retomaron la
música, el espíritu y el color del carnaval. Actualmente, las murgas barriales
mantienen viva la pasión por la parodia, los disfraces y el sonar del bombo.
La sátira, el baile, la música callejera, el humor, el
desparpajo y la burla, son los rasgos más distintivos de este festejo. La
máscara y el disfraz proponen la confusión de lugares sociales y hasta la de
sexos, esclavos disfrazados de señores y al revés, hombres transformados en
mujer.