12 de septiembre de 2011

La historia en nuestras manos. Parte II

Diego Adrián Fernandez - 12 de septiembre de 2011

Los tenemos en la palma de la mano o apretados en un puño cerrado, nos acompañan todos los días, pero poco parece que sabemos de ellos. Los 6 billetes que marcan nuestro día a día son adornados por seis rostros, seis historias de vida que influyeron en la nacimiento y crecimiento de la República.
Ya conocimos un poco de la historia del rostro que ilustra el billete de $ 100. Hay cinco más.




En el verde billete de $ 5 se encuentra José de San Martín, nacido el 25 de febrero de 1778, en Yapeyú (Actual provincia de Corrientes)

Un prodigioso militar, popularmente conocido como “El Padre de la Patria”, se formó en las experimentadas filas españolas que luego se enfrentaron al poderío napoleónico, cuando Don José es nombrado Teniente Coronel a muy joven edad.

Hijo de Juan de San Martin y Gregoria Matorras del Ser, José Francisco (su nombre completo) fue el menor de cinco hermanos: María Elena, Manuel Tadeo, Juan Fermín y Justo Rufino.

Con tan solo 3 años, partió con su familia rumbo a España, donde fue formado como militar, carrera en la cual se destacaría con honores en la guerra contra el conquistador Napoleón Bonaparte.

Característico de su valiente y voluntariosa personalidad, volvió a sus tierras una vez enterado del movimiento independentista que con la palabra y su patriotismo práctico defendió, guerreando contra la nación que lo había formado. Y no le tembló nunca el pulso.
El 9 de Marzo de 1812 arribó al puerto rioplatense a bordo de la fragata británica George Canning. El primer triunvirato le reconoció su grado de Teniente Coronel. De este modo comenzaron a escribirse las gloriosas páginas de su actuar como hombre fiel a su patria y su esencia. Su primera medida fue crear, nada más y nada menos, que a los reconocidos Granaderos a Caballo, el cuerpo de caballería que lo acompañaría en cada una de sus campañas.

Tras su bautismo de fuego, en las inmediaciones del Convento San Carlos, en San Lorenzo (Provincia de Santa Fe), San Martín expuso claras señales de su lealtad a la causa independentista, con la puesta en marcha, en esa ocasión y siempre que se aprestaba a guerrear, de una estrategia de ataque perfecta ante el embate de los realistas que avanzaban sobre el Río Paraná.

Campo de la Gloria, donde se desarrolló el combate de San Lorenzo. Detrás, el convento

Defensor de la honestidad y los intereses del pueblo, se enfrentó de por vida con Bernardino Rivadavia, amante del centralismo unitario, cuya corrupción y afinidad con los propósitos coloniales – en especial codeándose con el poderío inglés – fueron homenajeados con la avenida más larga del país. Paradójico.

Compartió las ideas federales de coparticipación política y económica de los caudillos como el salteño Martín de Güemes – a quien le encomendó la defensa del límite norteño -, y abogó por la evolución en cuanto a leyes y normas que abolieran la esclavitud y la arbitraria repartición de tierras en desmérito de los pobres trabajadores, y fomentaran la producción de la industria nacional, en el marco de un proceso educativo abarcativo.

Sin embargo, su “obra cumbre” fue el cruce de los Andes, paso obligado para concretar su recorrido independentista contra los realistas españoles, en tierras chilenas y peruanas. Un ejemplo de estrategia militar excelente, aún enseñada en academias de todo el mundo. Un visionario del momento y para el futuro. El 17 de enero de 1817 su caballo obedeció su orden de avanzar, y así se inició el mayor despliegue militar en la búsqueda de la libertad.





Apuró la firma del acta de la independencia en 1816. ¿Qué sentido tenía defender un territorio que aún no se sabía bien que era?
Chacabuco y Maipú en Chile, y Lima en Perú, fueron los cambos de batalla donde supo vencer al enemigo realista y proclamar las liberaciones de sendos países vecinos. Esos tres nombres hoy son calles porteñas.

Olvidado, repudiado y odiado por el poder residente en Buenos Aires por no serles funcional a sus nefastos y egoístas intereses, San Martín tuvo que exiliarse en Europa. No pudo retornar al Río de la Plata para estar con su esposa, María de los Remedios Escalada, que fallecería enferma en 1823.

El padre de la Patria pasaría sus últimos años en Londres y luego Francia, desbordado por sus recuerdos, para fallecer el 17 de Agosto de 1850, lejos de su tierra.
Aunque se podría profundizar aún mas en su biografía, ¿No es esto suficiente material como para valorar más la figura de tal patriota?

El orden de los billetes que tanto usamos no indica eso, tanto para él como para Manuel Belgrano.
Pero eso será tema para la próxima entrega de “la historia en nuestras manos”.

Ver también "La historia en nuestras manos. Parte I"