Un nuevo
aniversario de la creación de “La
Gazeta de Buenos Aires” se presenta en el calendario. 202
años de alegrías y crisis han pasado desde que Mariano Moreno, pilar de la Revolución de Mayo y la Primera Junta de
Gobierno Patrio, fundó la primera publicación oficial con formato de periódico,
cuyo fin era transmitir las ideas y medidas de un grupo gobernante que dio el
primer paso hacia la libertad.
Más de dos
siglos después,, con vasta innovación tecnológica de por medio, el periodismo
sigue siendo un ámbito de debate y exposición de ideas, aunque a veces
pareciera que el discurso único es la metodología “informativa” seleccionada.
Los medios de
comunicación evolucionaron a niveles insospechados hace unos pocos años. Internet
ha convertido a toda persona en informante de su entorno y del mundo,
convirtiendo a la profesión en un oficio de aparente simple puesta en práctica.
Es decir: Todos podrían hacer periodismo.
Inmerso en esa dinámica
acelerada donde la actualización constante es la regla, el periodista tiene la
habilidad de hacer una diferencia. No por ser mas o menos que nadie, sino por
su mera formación y experiencia.
Eso no quita que
existan los malos periodistas. Como en todo ámbito de la vida, hay de todo un
poco, tanto lo bueno, como lo malo.
La tarea del
periodista es básica: Informar a la sociedad acerca de los hechos que nutren la
cotidianeidad, los sucesos que la enriquecen y aquellos que la alteran. Su
deber es interpretar, traducir y compartir con los distintos grupos sociales e
ideológicos todo acontecimiento que ven sus ojos y escuchan sus oídos, y que
tengan impacto directo o indirecto en el conjunto de la sociedad.
La palabra,
tanto en su formato escrito como oral, es una poderosa herramienta que se
expande por diversos canales, y debe ser aplicada con responsabilidad,
honestidad y compromiso con los ideales democráticos que sustentan, o deberían sustentar,
un país democrático y sus habitantes.
La alteración u
omisión de los hechos es un crimen contra la verdad, y una falta de respeto a
quienes oyen y escuchan los medios, ávidos de información.
No existe la
perfección en ningún ámbito de la vida. Hay de todo un poco, eso esta claro. Y
el periodismo no esta exento del peso de dicha premisa.
Está en los
profesionales de formación y de corazón en saber hacer uso de las herramientas
y canales que el mundo periodístico les provee, y que esa utilización sea
provechosa tanto para los intereses grupales, como los personales, siempre y
cuando ambos se expresen con fines dignos y honestos.