12 de octubre de 2011

¿Conquista destructiva o civilizadora? ¿O ambos?

Diego Adrián Fernandez - 12 de octubre de 2011

Nota actualizada 11.10.2015

En la actualidad, las invasiones e intervenciones inescrupulosas de potencias mundiales contra países aparentemente “enemigos del orden, la paz y la democracia” puede entenderse como una práctica cruel, a veces falsamente justificada bajo el concepto de “ayudar a reestablecer el orden” o “lucha contra el terrorismo”.


Cristóbal Colón, el "descubridor" de América

A veces pueden ser bases entendibles y hasta razonables. Pero, ¿lo son siempre? ¿Cuándo se excede la justificación?

Aunque estas últimas ideas son excusas del mundo moderno, las intenciones de apropiarse de tierras ajenas han movido al ser humano desde siempre.

El sentirse más poderoso y con jurisdicción ilimitada sobre el pedazo de tierra que se antoje poseer es típico y una metodología a la que la humanidad está acostumbrada. Lo difícil es entender quien tendría "mejores" argumentos para apoyar: Si el invasor o el invadido.

Los intereses políticos y económicos – que antiguamente también se escudaban en los mandatos religiosos y culturales - y la sed de poder han logrado acciones masivas de destrucción y muerte, manchando de sometimiento e injusticia el suelo de extensos territorios en todo el globo. Es parte de la historia de la humanidad.

Hoy 12 de Octubre es un día (o debería serlo) de memoria reflexiva. ¿Sabe la gente realmente porque fue feriado el día Lunes?
(Más allá del absurdo acomodamiento de los días feriados en cualquiera de los casos para armar "findes largos")

Se cumplen 523 años de una de las invasiones más destructivas de la historia, aquella causada por un hombre que en algunos aspectos es ‘idolatrado’ y recordado como el gran descubridor de nuestra civilización: Cristóbal Colón.




Empujado por sueños de fama y poder económico que ostentaba desde su humildad de comerciante en Génova, solicitó a los Reyes Católicos, ocupados en la unión política y religiosa del territorio español – Musulmanes y judíos habían sido recientemente expulsados – el financiamiento para realizar un viaje marítimo de enorme escala para la época, con la mera intención de abrir nuevos canales de intercambio comercial con Asia. 
 
El vecino Portugal había abierto el camino hacia África, aprovechando la situación para generar sus propias riquezas. Desde ese aspecto, España había quedado relegada en un marco de bienestar local y expansión europea, estimulados por la necesidad y ambición de hallar inmediatamente nuevas tierras de donde extraer ganancias.

De todas maneras, los Reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se mostraron poco interesados en apoyar tal emprendimiento. Por esa razón, le regalaron a Colón una “confiable tripulación” de contrabandistas y criminales, que acompañarían al Almirante repartidos en las tres Carabelas: “Santa María” (la más grande de todas), “La Niña” y “La Pinta”.



Colón ante los Reyes
La expedición partió el 2 de Agosto de 1492, y ocurrió entre el 12 y 13 de Octubre - aunque para la historia quedaría pautado el 12, debido a la connotación maléfica del día 13 - el llamado “grito de Triana”, en honor al marinero de La pinta, Juan Rodríguez Bermejo, que dio noticia del avistamiento de las nuevas tierras, hecho negado por el ambicioso Almirante.

Apenas los pies europeos pisaron suelo desconocido, se abrieron gigantes puertas para el arribo indiscriminado de la fuerza “civilizadora” del viejo continente, que solo atinó a destruir toda comunidad establecida en lo que luego se conocería como el nuevo continente: América.



 

Los fieles habitantes de estas tierras, creyéndose inocentemente parte de un encuentro productivo para sus pequeñas sociedades, vieron obstruidos cualquier derecho sobre las tierras que les pertenecían y que defendieron como pudieron - con igual violencia - ante la ceguedad que la corrupción del poder les ocasionó a los europeos, creídos centro del Universo, más allá de las costumbres que desempeñaban los “salvajes” (como tristemente fueron llamados), como sacrificios y admiraciones a dioses, las cuales, naturalmente, nos resultan terribles en el contexto cultural actual.

Más allá de eso, no deja de ser una cultura aplastada por la maquinaria expansionista. No se compartieron territorios: Se pisotearon.

Los españoles tiraron la primera piedra, y luego, como efecto dominó, Europa entera vio como cientos de emprendimientos personales – pequeños y no tan pequeños – se aventuraban a invadir las costas de un continente destinado a la dependencia total, en todos sus aspectos – Y ese destino al día de hoy determina muchas de las decisiones y acciones que se ejecutan a nivel regional.

Sin saberlo – pero sin temor aplicando todas las tretas y herramientas para engañar a los ingenuos indígenas -, Cristóbal Colón inició uno de los mayores genocidios que la humanidad haya presenciado. Millones de individuos fueron aniquilados, y ciudades enteras arrasadas.





Personalmente, creo que no hay que caer en el error de justificar la llegada de Colón sencillamente explicando que ‘si no nos descubrían, por ahí seríamos indios salvajes’, ni ninguna tontería como esa.
En primer lugar, si no hubiese sido el navegante genovés, cualquier potencia emergente europea habría chocado indefectiblemente con América. La expansión y adquisición de nuevas tierras era la idea común en la época.

Y aunque tal vez actualmente alguien reniegue del origen mayoritariamente español – e italiano - de nuestra gente (contra el cual tanto despotricó siglos después Sarmiento), comparando con el eventual desarrollo de Estados Unidos, influenciado por los “organizados” ingleses, el análisis de los sucesos ocurridos hace más de 500 años genera una discusión motivadora e interesante.

La postura conquistadora “a toda cuesta” de Colón y sus predecesores, ocasionó un oleaje inmenso de codiciosos y un gran revuelo a nivel histórico, que generó el nacimiento de nuevas sociedades, por encima de las ya preexistentes, independientemente de la posterior y notable aparición, cientos de años después, de luchadores de la libertad y la independencia.


Un intento por compensar a las poblaciones nativas se decretó en el 2010, cuando se modificó el espíritu del día feriado. El "día de la raza" fue reemplazado por el "Día del Respeto a la diversidad cultural".